El Guiguiguada es un cuenca horadada pacientemente por el agua en su
camino desde las montañas al mar. Un cauce estacional, labrado año tras
año por la lluvia, aunque actualmente no sobrepase los 350 mm al año.
Una cantidad exigua para las actuales demandas de abastecimiento humano,
pero suficientes para mantener la cuenca del Guiniguada como un oasis
de vida.
Este proceso creativo fue sintetizado culturalmente por los aborígenes canarios en manifestaciones que aún perviven cristianizadas, como las procesiones rogativas de lluvia. Por Viera y Clavijo conocemos que portaban ramas de árboles desde las montañas sagradas hasta el mar, donde la gente clamaba al cielo y terminaban dando golpes con las ramas a la superficie del mar.